A una de las
personas más importantes para mí…
Sus grandes
pies protagonizan sus pasos, ligeros pero inmensos. Sus manos, antes delicadas
y suaves, ya se han llenado de callos, se han adaptado al trabajo, son duras y
fuertes, combinan perfectamente con su complexión física; él es robusto y
grande, tiene la espalda muy ancha, se caracteriza por mantener una postura
rígida y seria.
Su sonrisa,
no perfecta pero sí muy bonita, simpática y natural. Las pequeñas líneas que
desbordan de sus ojos y cruzan su alargada cara, le hacen envejecer lentamente,
como un profundo mar que se divide en varios ríos. Aunque él no llora, es
valiente y lleva una armadura, nunca pierde el aspecto feliz, porque es alegre
y quiere aprovechar su tiempo al máximo, es trabajador y, sobre todo, cariñoso;
uno delos hombres más cuidadosos y amables que conozco. Por otro lado, su pelo
oscuro se ha teñido de blanco con el paso de los años, aunque no del todo. ¡Ah,
se me olvidaba! A él le encanta que mi hermano y yo le llamemos papá.
(Por Lucía Ramos)
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