Y aquí tenemos el objeto que ha sido entregado este año como inspiración:
Y aquí podéis leer uno de los relatos que elaboró Sara Román, una de las participantes por el IES Tierra de Ciudad Rodrigo.
AQUELLOS OJOS VERDES
No podía dejar de repetir esa melodía. Me
recordaba extrañamente a algún momento vivido en alguna parte de mi
pasado, o de mi futuro. Una vaga nostalgia me recorría el cuerpo de
arriba abajo, de cabeza a pies. Girar de un lado a otro, sin parar. No podía dejar de repetir esa melodía. Por las noches ponía banda sonora a mis sueños, a mi vida.
Levantarme por la mañana y ponerme a girar, entonces mi trabajo era hacer sonar esa melodía.
Recuerdo cuando me fabricaron. Yo era pequeño, demasiado pequeño. Tan pequeño que no servía para mover un reloj. No, lo confieso, no servía para nada. Solo me movían de una mesa a otra, de una caja a otra, de mano en mano, pero a nadie le servía.
Un día apareció un hombre de edad avanzada, cuyo nombre no recuerdo, pero sus ojos verdes vuelven a mi memoria en los momentos más dulces. Él me cogió, con sumo cuidado, y me llevó a su taller. Me hizo sentir especial, único… Me colocó sobre una placa dorada y me conectó a una manivela. Y de repente…noté que giraba, y giraba… y entonces paré. Luego volví a girar, y a girar y… me paré de nuevo. Aquellos ojos verdes brillaron más fuerte que nunca y desde aquel día comencé a girar más y más fuerte.
Me acostumbré a esos ojos verdes, parecían hipnotizarme cada vez que los miraba fijamente. Me enamoré de ellos, igual que me enamoré de la melodía sin fin que inundó mis días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario